Condenados a la Torre Eléctrica por delitos contra un mono.

Dan las 12.30 cuando el juez dicta sentencia: “A caminar por la Memoria Histórica campogibraltareña”. Así que, con grilletes bastoneros, iniciamos nuestra pena. Aparcamos en la barriada de El Cobre. Saludamos a una confiada anciana, con toda su vivienda abierta a los cuatro vientos, como si hoy no existiesen bandas de mafiosos de Los Cárpatos, dispuestos a violarla con sus balcánicos cañones. Ella, supongo que encantada; que donde esté un buen pistolón…

La dejamos con sus fantasías y avanzamos hasta llegar a la trampa mortal de los obesos: una cancela con una abertura más fina que el condón de un fantasma. Un hueco inaccesible como el virgo de una monja, siempre y cuando no deje el convento abierto a los mafiosos violadores. “¡Ave María, ¿cuándo será mía?”.

Total, que tras acordarnos de unos cuantos grasientos conocidos, que hubiéramos tenido que abandonar allí mismo muy a su pesar, literalmente hablando, iniciamos la famosa Senda de los Prisioneros. Y para cumplir nuestra condena había que seguir a nuestro inquisitorial alguacil: el afamado Cable de Tarifa.

El polémico Cable de Tarifa

La Cuerda de Presos iba encadenada por los siguientes eslabones: en primer lugar, LABORDETA RASURADO, ese contador de batallitas más pesado que un avión de mármol; su inseparable compañera de viajes, BARBIE TAQUICARDIA, con todos los complementos presentes en el mercado de los ansiolíticos; LOLÍN MALLÍN NASARRE, que aguantaría más de lo esperado, incluso superándonos a todos en la reinserción social de las caminatas a paso ligero; y nuestro último preso, DANIELÍN CHOCOLATERO SIN LA PIEDRA EN EL MECHERO, gracias al cual cumplíamos todos condena por su delito monero.

Durante una buena parte del traslado al Penal del Puerto de los Cables, roqueamos más metros que un espermatozoide de Rocco Siffredi hasta ver la luz (o la oscuridad, según se considere polvete o pajote).

Al poco vimos algo a lo lejos. Algo en una piedra adyacente. ¿Qué es eso? ¡No! ¡No es posible! Pero, ¿cómo ha traspasado el virgo de la monja cancelera? Efectivamente: un señor obeso, con una inmensa barriga reposando sobre sus genitales, más bien puteándolos ante insoportable carga. ¿Cómo llegó hasta allí? ¿Lo embarcaron? ¿En helicóptero? ¿Un gancho grúa de la feria, a un euro la partida? Ni zorra idea. Llamaremos a Iker Jiménez.

Lo mejor fue cuando nos dijo que él era el primero en llegar de su expedición. ¿El primero? ¿Cuánto pesaría el último? Olvidábamos que habíamos adelantado a un tío con un saco al hombro que pesaba más que una vaca en la solapa. ¿Para qué coño quiere transportar un tío un saco semejante por aquel empedrado del Demonio? También recordamos su cara. La habíamos visto anteriormente. Era el Viejo del Sado, aquel de 21 días. No solo le bastaba con portear kilos, sino que detrás soportaba otra insólita carga: esposa, hija y suegra, con carrito y peluches de regalo. ¡Vaya trébol, caballero! ¡Menudo premio! Con razón el primero de los varones lo había dejado tirado como una colilla. ¿Y un carrito por aquella alfombra pedregosa? En fin, prosigamos con nuestro relato.

Al cabo de una hora llegamos a la famosa Casa del Árbol del Republicano (se detalla la historia más abajo). Aquí decidimos parar a descansar y echar un meo. BARBIE TAQUICARDIA es vigilada y examinada exhaustivamente por su enfermera de cabecera LOLÍN MALLÍN NASARRE, quien le tomó el pulso tras la subida roquense. El corazón le bombeaba a…!90 pulsaciones por minuto! !Guauu!. Y nosotros que creíamos que le estallaría el pecho como un grano adolescente. Pero nada malo ocurrió. Menos mal. Mas cuando recuperamos a una enferma recayó otro de los internos. DANIELÍN CHOCOLATERO SIN LA PIEDRA EN EL MECHERO hubo de buscar fuego para aplacar su apetito por el Nestlé fumado. Para ello visitó a una familia apostada en el muro de la casa.

Más calmado, hubo de soportar las libidinosas tentaciones de LOLÍN MALLÍN NASARRE, encarnadas en el cuerpo de fresones de tupperware. Nosotros también sucumbimos al bermejo placer.

Según nuestras informaciones, el Árbol del Republicano se hallaba entre dos rocas; pero allí, la única roca que vimos fue la ignífuga piedra del Zippo de DANIELÍN, que se suicidó por el camino de tanto observar cómo aplastábamos a sus congéneres.

Repuestos, avanzamos hasta el siguiente objetivo: la Senda de los Prisioneros en sí, que comenzaba al pasar una angarilla que accedía a la conocida Zona de los Tres Pinos (pos ya sabes…), desde la cual hay unas magníficas e inolvidables vistas de la Bahía de Algeciras, el Estrecho de Gibraltar, Ceuta y África, entre otras localizaciones.

BAHIA DESDE LOS MALECONES 

GIBRALTAR Y EL ESTRECHO DESDE LA TERCERA TORRETA 

GIBRALTAR DESDE LOS MALECONES

Y la Inquisición de Roquetas vuelve a torturarnos con sus métodos pedreros. Una dura ascensión entre trillones de piedras sueltas, que hacían las veces de alfombra del subterráneo alquitrán republicano. Al llegar a la tercera torreta del Puerto de los Cables obtuvimos otras impresionantes vistas a través de los prismáticos, inmortalizando nuestros forzados trabajos perneros en los malecones del pasado de la España más negra.

Casi arriba del todo nos detuvimos a pacer unos bocatas, que nos supieron a Gloria bendita.

Y pusimos rumbo a nuestra meta: el primero de los puentes inconclusos hecho por las esclavizadas manos de nuestros abuelos.

De nuevo, DANIELÍN pierde a uno de su equipo. Una trágica muerte más. Otro suicidio. En esta ocasión, su botella de oro blanco decide arrojarse al bravo río de su mochila, perdiendo su transparente sangre con su cabeza azul boca abajo. LABORDETA RASURADO intenta reanimarle practicándole un torniquete de rosca, pero es demasiado tarde. REQUIEM AETERNAM por una Font Vella, quien perdería la vida en el famoso Mirador del Monte Comares. Recemos una ración (de agua perdida). DANIELÍN se postra en señal de respeto y duelo, ofreciéndole su báculo como ofrenda, ya que piedra no tenía.

Por cierto, que el báculo de DANIELÍN tuvo que ser rescatado minutos después por él mismo, tras olvidársele medio kilómetro atrás, posado sobre la tumba acuática.

PALMONES  DESDE EL MONTE COMARES 

GIBRALTAR  DESDE EL MONTE COMARES

Cruzamos otra angarilla y faldeamos la ladera hasta llegar al fatídico punto. Un astado en medio del sendero. No podíamos avanzar, ya que por la izquierda había una pared de piedra, y por la derecha el abismo hacia el Valle del Arroyo de la Miel. Pero no era una vaca. Era un Ángel de la Guarda camuflado en osamenta, o mejor dicho, una angelita cornuda con instinto gps, ya que asustada puso pezuñas en polvorosa conduciéndonos directamente hasta nuestro objetivo final: el tan ansiado, húmedo y verde puente inconcluso. Una bonita y encantadora construcción a medio terminar en una zona umbría. Tiene mucho encanto este lugar. Un halo de misterio lo envuelve todo. Una gozada.

PUENTE INCONCLUSO

 Llegamos, vimos, vencimos y volvimos más rápido que Usain Bolt con el vientre suelto camino de su casa. Si llegamos a las 15.25 horas, pues regresamos a las 15.30, y todo porque LABORDETA RASURADO y LOLÍN MALLÍN NASARRE tenían miedo a quedarse a oscuras en pleno monte. Y entrando en los boxes de los mecánicos de Ferrari, le instalaron alas en los pies para agilizar el regreso. Y tanto que lo agilizarían, pues si a la ida tardamos unas 3 horas, a la vuelta retornamos en un tiempo récord de ¡una hora y quince minutos! ¡Menos de la mitad! Sin parar ni una sola vez a repostar. Total, que de pasar la noche en el monte ateridos de frío y rocío pasamos a echarnos una siesta con arrumacos de estufa (Sí, DANIELÍN, el lorito) a las 17.30 horas. Vaya tela…

Por cierto, que de vuelta al aparcamiento seguía la confiada anciana esperando a sus Casanovas rumanos. Qué bonito es vivir con ilusiones. Lo contario es muerte segura.

Y colorín colorado, este breve pero intenso viaje se ha acabado, no sin antes agradecer la grata compañía de nuestros amigos pasajeros. Que se repitan muchas más.

P.D: La monja yacía con su Ave María en la cama vacía.

CURIOSIDADES

LA SENDA DE LOS PRISIONEROS

Situada dentro del Parque de los Alcornocales, en el término municipal de Algeciras, la Senda de los Prisioneros es un camino hecho por los presos republicanos del régimen franquista, durante la posguerra, en concreto realizada por el Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores nº 22, Venta Ojén – Los Barrios (20 Jefes y Oficiales, 27 Suboficiales y Asimilados, y  954 Presos, en total, 1001). Este Batallón estuvo en el Campo de Gibraltar entre los años 1939 y 1945 (el grueso de las obras se ejecutarían del 41 al 43). Esta senda formaba parte de los planes secretos del General Franco para reconquistar Gibraltar durante la Segunda Guerra Mundial. El nombre en clave de la operación secreta fue el de “Operación Félix”, intentada llevar a cabo por españoles y germanos. Pero esta Operación fue encubierta con el pretexto del temor a ser invadidos por el Sur de la Península Ibérica por Francia e Inglaterra, elaborándose como tapadera de las verdaderas intenciones, el denominado “Plan Defensivo del Campo de Gibraltar", aprobado el 23 de diciembre de 1939. Este Plan contemplaba un fuerte y amplio sistema defensivo en el Sur de España, punto clave en el acceso al Mar Mediterráneo. Esta franja defensiva abarcaba desde Conil hasta el Río Guadiaro, con una zona especialmente fuerte delimitada entre Bolonia y Gibraltar. Dicha Operación contó con el asesoramiento de los alemanes, llegándose a construirse varias fortificaciones, senderos y caminos militares, baterías de costa, puestos de vigilancia, defensas, aeródromos, hospitales, pantallas de roca artificial (Obsérvese el Camino de las Pantallas, en la Zona de Getares), etc., todo ello como parte de un entramado de caminos donde poder transportarse material y tropas hasta los puntos claves de defensa, como apoyo y resistencia, aparentemente, ante los desembarcos enemigos.

PANTALLAS DE GETARES

El Campamento estuvo situado en el Cerro del Rayo. Pero el Plan fue cancelado en algún momento, no sabiéndose bien el por qué (se cree que cuando los alemanes empezaron a perder la II Guerra Mundial). Pero muchos pobres seres humanos se alegrarían, hartos de trabajar en unas condiciones esclavizantes, penosas y humillantes, con jornadas de sol a sol, soportando calamidades, enfermedades, malos tratos, hambre y un largo e inhumano etcétera.

Citar aparte que en Algeciras se hallaba la Subinspección de Campos de Concentración.

Esta es una parte de la Historia de España que muy pocos algecireños conocen. Un recorrido que habría que enseñar a muchas personas, como testimonio de esta negra España siempre matándose entre hermanos. Sin embargo, esta senda habría que protegerla y conservarla mucho mejor, ya que en muchos tramos el suelo está destrozado, y algunos de los malecones ya se han derrumbado. 

SENDA DE LOS PRISIONEROS

En muchos de estos malecones que hay a lo largo de la senda aparecen numerosas inscripciones hechas por los propios presos que aún se conservan, pero no sabemos por cuánto tiempo, si alguien no lo remedia antes.

Cerca de la Zona conocida como los Tres Pinos puede leerse una inscripción que reza así: “Aquí han sido diezmados los soldados pertenecientes a la quinta región batallón número 22, 22 de febrero de 1942”.

ESTRECHO DE GIBRALTAR DESDE LAS INSCRIPCIONES

INSCRIPCIONES

Esta senda, tiene a su vez un interés medioambiental y paisajístico, con unas magníficas vistas sobre la Bahía de Algeciras, Gibraltar, el Estrecho y África. 

EL ALCORNOQUE REPUBLICANO, HERMOSA Y TRISTE HISTORIA REAL, AL MISMO TIEMPO.

En un momento dado del camino, existe un alcornoque delante de una vivienda, señalizado por unas rocas. Este árbol fue plantado por un preso republicano para dejar un vestigio al mundo de su calamitoso paso por la zona. Al cabo de muchos años, este preso volvió al lugar con su esposa. Pero no encontraba el sitio exacto donde había plantado su “huella”. Mas la Diosa Fortuna le recompensó por tantos trabajos forzados, y la casualidad, si es que existe o no,  quiso que se encontrara con un pastor del lugar, que les llevó al punto donde buscaban. Lo hermoso de la historia es que el pastor conocía dicho alcornoque desde su infancia, gracias a su padre, que le contó que ese árbol había sido plantado por un presidiario que trabajó duramente allí.